viernes, enero 26, 2007

EN TRÁNSITO.

Al mediodía, desde el balcón, observé cómo goteaban las casas, el mobiliario urbano…las calles quedaron limpias de nieve y el sol quería disipar las nubes todavía resistentes con sus colores cargados de agua fría y blanca.
Decidida abandoné, poco a poco, las calles del pueblo para reencontrarme con los campos de cereal y el monte plagado de una espesa capa blanca de nieve nocturna. Mis pasos se entretuvieron tanto como quería saciarse la mirada; .giraba sobre mis talones y por donde mirase todo estaba espolvoreado de esa agua fría que nos invadió en horas pasadas. Los pinos dibujan formas raras y singulares, mientras que su corteza invisible se adivinaba bajo la nieve escarchada. El camino me llevó hacia una caseta de campo de piedra en seco. Hoy, piedra fría y congestionada con matices de recodos de nieve. Sus tejas, enrojecidas, todavía resaltan más. El conjunto, todo el entorno de la caseta de piedra en seco, destaca ante unos árboles muy solitarios, desnudos, tímidos y entristecidos…El invierno, aún derritiéndose, nos ofrece un intrincado laberinto bucólico por el cual soñar.

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