domingo, febrero 25, 2007

Días rápidos.

Ella deseaba leer aquel libro, desde el comienzo de aquel viaje embravecido, pero casi no había encontrado momentos para ello, estaba todo tan espeso. Los días eran alucinantes, veloces, dispares y cargados de tantos acontecimientos, tantas conversaciones, tantas imágenes….que, al final, preferíamos no hablar, quizás para no mentir ni mentirnos. Entonces, al final de todo, en el descanso previo al sueño las manos se acercaron a unos lomos que se abrieron casi como un abanico….de allí salían: letras, palabras, frases, párrafos, capítulos….tan intensos como las imágenes que se agolpaban entre mis ojos hinchados, cansados y secos.

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