martes, febrero 27, 2007

Dino.

Dos eran las patas de aquel dino sin rumbo que caminaba errante como sus padres lo hicieron antes ,en los preludios de su muerte....como lo hacía ahora este dino inmenso, largo y un tanto gruñón...y es que las edades no perdonan ni a los dinos.
La llanura, entorno al río, era como un tránsito natural ....lleno de vegetaciones varias que se mezclan con el sonido susurrante del río que viaja o de la llanura que canta bajo los aleteos de una avifauna tildada de variada, pequeña y muy “pita”.
El dino se paraba y volvía a reanudar su paso, pisando de forma pesada y cansina...así, hoy y ahora, podemos observar, casi palpar, sus icnitas frente Abenfigo viniendo del valle de Mas de las Matas...en donde además de pasar la totalidad de sus días había dejado su memoria agigantada entre los miembros de su tribu. El dino, tan vegetariano como atemperado, levantó la cabeza, siempre dignamente y soltó un sonido casi un silbido entre una multitud de pequeños y minúsculos seres que lo miraban desde sus pequeñas alturas.....un amigo, amante de la naturaleza, emprendía la última senda de su viaje.....muchísimos años después sus agigantados huesos fueron encontrados. Hoy, alguna de sus vértebras se puede ver el Museo de Mas de las Matas.

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