El escritor derramó desesperación ante un sinfín de historias que se acumulaban en su cabeza esperando ser escritas en un papel y leídas por no pocos compatriotas…aquellos que estaban huérfanos de su tierra como él. Las historias le desesperaban porque estaban llenas de la realidad que habían vivido durante los años pasados y de esta presente y quebrada ilusión....pero escribir era lo único que sabía y podía hacer; mientras que lo único que esperaba era ser leído.
En la habitación continua de aquel motel cercano al puerto, se encontraba un músico que deslizaba sus dedos entre las cuerdas de su guitarra. Dedos ágiles que hacían casi lo que deseaban con las cuerdas de la guitarra…dedos que impulsaban toda una secuencia concertada de sonidos que escuchaban compatriotas con y sin tierra….como himno a su desesperación
miércoles, febrero 21, 2007
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