martes, abril 17, 2007

Llueve sobre mojado

No paraba de llover intermitentemente desde hacía unos veinte días Me gustaba la lluvia, pero tantos días, sin nuestra costumbre que nos acompañaba por el sol....me entristecía. Supongo que la tierra se saciaba del agua tan soñaba...las charcas eran el rincón de juegos de aquellos niños que estrenaban, esas botas especiales, de colorines alegres y despreocupados.
Los ríos querían más agua y las gentes que habitaban sus riberas lo miraban pasar temerosos de que les inundara sus cultivos... la apuesta de un año en el que deseaban lluvias, pero no tantas...Estábamos ante la primavera más lluviosa de los últimos años...
Salma casi no recordaba la última vez que la vio caer; que escuchó su suave voz; que la notó estirando los brazos hasta que aquellas gotas, vestidas de un sutil cortina, le rozaban, mojándole, las puntas de los dedos...entonces, con una expresión que obedecía a la sorpresa, sonreía y corría hasta la cocina a darle la noticia a su madre, como si fuese el primer día de llovía, de calima fugaz llena de una humedad que no impedía a las amapolas aflorar temerosas, pero fieles a su tradición.

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