El accidente tuvo lugar en el camino que comunicaba el molino harinero, movido por las aguas del río Cambriles, y la masía de la familia del Tío Aquilino. Simón resbaló y cayó, arrastrándose por un terraplén. Se despertó al cabo de un rato; lo supo porque una corteza de olmo que se disponía a ser arrastrada por el agua, cuando abrió los ojos estaba detenida mucho más abajo, rodeada de ramas, hojarasca…Se levantó se quitó el barro de los pantalones y de los brazos y se sentó intentando averiguar qué parte del cuerpo le dolía menos… un sabor dulzón, pero a la vez salado, notaba entre los labios, el golpe de la frente se quejaba supurando sangre.
El dolor del pecho le impedía respirar bien; su tobillo izquierdo se estaba inflamando y ya no lo podía poner en el suelo; su brazo derecho presentaba un aspecto desastroso…. Le costó cerca de tres horas salir de la ribera del río Cambriles, pero sólo quedaban dos horas de sol y sabía que no llegaría al punto de partida. Sabía de la existencia de Aquilino y de su masada, pero también recordaba perfectamente su reputación y sus antecedentes… casi prefería marchar a pie por la senda de los Desviados y arriesgarse a llegar al punto de partida, pero en el punto de partida no habría nadie que lo pudiese trasladar al pueblo… aquella travesía estaba resultando un fracaso. Simón, tenía la certeza de que se acordaría de esta aventura, siempre.
Decidió arriesgarse y pedir ayuda a Aquilino…estaba más cerca, eso era suficiente. Cuando pudo ver las luces de la masada de Aquilino se alegró, pero también se sorprendió porque estaban todas encendidas. Se oían los cantos de una lechuza… se encaminó hacia la masada. Se paró en seco al escuchar un grito estridente, casi de súplica… todos sus músculos empezaron a temblar como asustados, su sangre se heló porque los gritos no cesaban, eran unos gritos más allá de lo humano….Simón puede que ya no fuese Simón cuando patéticamente y atenazado por el dolor se encaminó hacia la masada de Aquilino. Unas ovejas subían a toda prisa, mientras dos jóvenes excursionistas salían despavoridos del granero, estaban atemorizados…quizás aterrorizados, pero Simón no les hizo caso y continuó dirección al granero… parecía un autómata…el bastón que utilizaba como muleta crujía bajo su ímpetu. Aquilino había matado a parte de su rebaño; había escaldado a las aves de corral y empalado a las gallinas… al gallo le había cortado la cabeza, mientras su cuerpo escapada decapitado: el cerdo llevaba el hacha incrustada en su lomo y la gorrina gritaba enloquecida, dándose a las paredes de su corral…Había sangre por todas partes… Simón levantó la cabeza y observó como unas cabras estaban colgando del techo con la lengua fuera y los ojos inflamados… habían tripas, vísceras, lenguas, cabezas, patas de otros animales. Simón vomitó lo poco que había comido aquel día.
Vio a Aquilino como se disponía a destripar, mientras estaba colgado, a su célebre perro Marte… el animal lloraba, pero no podía escapar de aquella atadura… Aquilino, recibió un golpe que le desplomó, al cabo de poco estaba atado mientras el perro le ladraba impenitentemente. Simón se sentó con un teléfono en la mano mientras su frente recibía los lametones de Marte, pero Simón ya no recordaba cómo se llamaba el perro ni en qué día estaba.
miércoles, marzo 28, 2007
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