viernes, marzo 16, 2007

Historias de vencidos.

El niño miraba a su abuelo mientras andaban camino del azud en aquella tierra al sur del bosque quemado a trozos y a trazos. Tomás había levantado la mirada por tercera vez, su abuelo le acariciaba la mano…su calor casi adormecía sus pasos y el respeto infantil le impedía ser el extrovertido Tomás de todos lo días. La noche antes, como de costumbre y más en verano, el chaval solía jugar a ser invisible, por toda la casa, mientras los mayores proseguían sus tareas… algunas de ellas de entretenimiento. Tomás no lo sabía, pero la mayoría de los días sus familiares le notaban… y por muchos detalles. Su sombra, su olor, su sudor delatándose como huellas de los pies; la arena de la playa ,que solía dejar en el suelo, desprendiéndose de sus dorados cabellos o del espacio entre los dedos; sus sonidos al intentar aplacar un arranque de tos o unas risas ante alguna ocurrencia de los mayores.
Tomás no sabía que los mayores estaban, también, jugando con él… tardaría mucho en ir descubriéndolo conforme se alargaban las veladas y conforme iban creciendo los deseos y necesidades de ser libre.
Aquella noche, el abuelo, mostró su tristeza porque al día siguiente se cumplía un aniversario…¿cómo podía el abuelo sentir dolor ante un aniversario? …. Entonces surgió una palabra que ponía nombre a aquellas imágenes que su abuela apagaba, guerra. Tomás, aún en su inocencia, pensó que aquello era tan importante como serio y escuchó atentamente como queriendo encontrar un por qué que no surgía…
La mañana siguiente se levantó intrigado.. su abuelo le despertó ,le ayudó con el desayuno y con una sonrisa le preguntó a dónde quería ir a andar aquel día de mediados de julio.. sabía lo que sentía Tomás y le acarició la cabeza como si, con ello, pudiese disipar las preocupaciones, los miedos…
Poco más allá del punto de partida Tomás logró despegar sus labios para preguntar qué era ser un vencido. Una sonrisa se dibujó con los labios del abuelo que se sentó en el banco, junto a un olmo… estaba en lo cierto ,la noche anterior, el sudor dibujado en las baldosas era el de su hijo.

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