sábado, marzo 31, 2007

Un día de suerte.

La casa estaba repleta de cosas, objetos e inspiraciones interesantes. De la biblioteca no podía ni hablar…tampoco de la colección de música. Fue a darle un vistazo antes de empezar a llevar a la gente. Todo estaba en perfecto estado y fue rechazada por los bolsillos repletos porque los propietarios eran odiados, escondieron durante años a muchos perseguidos…. Todavía hoy se odiaba a los perseguidos porque con ellos solían llegar las represalias, las noches de temor… pero pocos se acordaban de las tazas de sopa caliente, del pan recién horneado, las galletas, las vitaminas…el pueblo sentía desconfianza, apatía, envidia, odio, frustración y aquel desagradecimiento que los convertía en seres, más bien, mal nacidos.
Cerró y se fue a su casa por la que pagaba mucho más de lo que valía. Se sentó, cansada, en el sillón después de cenar… aquel día en el bar había adquirido su primer número de lotería de sorteo especial, pero le interesaba tanto que su sueño se transformó en profundo…. A la mañana siguiente se levantó, recogió el periódico y sufrió uno más de sus ataques de ansiedad.
No tuvo más remedio que llamar a su empresa, pero cuando explicaba que tardaría un poco en llegar… su jefe volvió a demostrar que también era un mal nacido. Suspiró y se esforzó para no repetir otro ataque de ansiedad…. Eso le recordó que ya había sufrido uno, mientras se vestía y para distraerse se puso a intentar saber el por qué, aunque nunca lograba hacerse con ello… Volvió a la casa y mientras atendía a varias llamadas telefónicas quitó el cartel que informaba de que el inmueble se vendía. Una voz le detuvo cuando cerraba la verja…era el mal nacido de su jefe. Haciendo alarde de su particular estilo le preguntó si ya había logrado vender la casa de “los maditos rojos”.
Ella se distanció de él, lo suficiente para lanzarle una mirada de repugnante desafío. Le dijo que la compraba ella…Le llamó loca y le pidió que se fuese a su casa, que no se le ocurriera ir al médico y que volviese a colocar el cartel…El gesto de indiferencia de ella hizo que quien volviese sobre sus pasos fuese él….Ella le entregó unos papeles.
Él empezó a proferir argumentos del tipo: “sabía que llegarías lejos…” .Ella prefirió omitir respuesta…ahora que lo había visto no hacía falta irse de su nueva casa. Le gustaba aquella casa de rojos y refugio de rojos. Se sentía preparada para el tiempo de la envidia.

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