lunes, marzo 12, 2007

Guardaespaldas.

Víctor sollozaba sin poder contener cierta dosis de amargura, que se anudaba en la garganta, cual lazo escurridizo fuese. Las humillaciones de aquella noche lo habían sumido en un grave estado en el que la vida ya no le importaba… le faltaba carácter para avanzar viviendo en aquella especie de familia que no simbolizaba nada más que lazos de intereses, y no todos ellos interesantes.
Contó las pastillas, toda una tableta del tranquilizante más clásico y convencional de los últimos años y un buen número de pastillas , de las de sabor dulzón, que entraban ,por su recubrimiento especial, casi sin darse cuenta….entró en el comedor y extendió su alfombra de ejercicios. Depositó las pastillas, desfragmentadas, en la mesilla … por cada tabla de abdominales o de ejercicios se tomaba una pastilla: dos tranquilizantes por un antidepresivo y las tandas se sucedieron hasta que le entró un sueño que, quizás, era más sopor que nada…Entonces oyó un perro ladrar y llorar… torpemente se levantó del sofá y se dirigió a la ventana, unos bándalos le habían pegado a un perro de largas orejas y cola corta, el perro templaba con su color canela de pinceladas blancas…Víctor abrió la puerta y salió decidido, estaba muy enfadado y debió de llevar cierta furia escrita en la cara porque uno de los bándalos rezagados se marchó del lugar a todo correr. La cara le debió de cambiar porque tal como el bándalo abandonaba el lugar ,el perro sollozando en un idioma incomprensible para los humanos se acercó a Víctor.
Se lo llevó a casa y entraron los dos en la cocina: Guardaespaldas (que es como se llamaría el perro de ahora en adelante) se zampó un plato de fideos y Víctor rompió cuatro huevos para beberse la clara y vomitar de inmediato todo un cóctel de pastillas.
Lavó al perro , lo acomodó y se echó a dormir… al día siguiente mientras intentaba recordar algo , un animalillo de poco pelo, pero de mucha oreja apareció por el umbral de la puerta moviendo a toda velocidad la poca cola que tenía…Víctor sonrió y pensó en lo sutil que es el camino final.

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